Una yachachiq es una mujer que, a pesar de no haber tenido una educación formal completa, es maestra, productora y líder. Si bien yachachiq significa “el que enseña”, para las mujeres con las que conversamos, ser yachachiq involucra más aspectos. En lo siguientes apartados, reunimos cuatro facetas comunes de lo que significa ser mujer yachachiq.  

Mujer que aprendió y sigue aprendiendo

Ser yachachiq, además de enseñar, significa aprender continuamente a través de capacitaciones y poniendo en práctica lo aprendido. La capacitación -ya sea sobre tecnologías agropecuarias, manejo del dinero o derechos de la mujer y los niños- es muy importante para ellas, ya que representa una alternativa a la educación formal no realizada. Esto les permite realizar actividades consideradas solo para los hombres, como los negocios.

Mujer que no depende del esposo 

Las yachachiq no “miran el bolsillo de su esposo”, es decir, manejan su propio dinero. Ahorran y obtienen ingresos gracias al trabajo agropecuario y la venta de sus productos. Su trabajo repercute en mejores cuidados hacia sus hijos y en compartir su labor con sus esposos. Si bien se percibe una relación más horizontal con ellos, para algunas yachachiq, la preocupación por el trabajo doméstico sigue siendo una constante.

Mujer que comparte lo aprendido con su familia, otras mujeres y su comunidad

Las yachachiq enseñan a aquellos que no saben: sus hijos, sus vecinas y aquellos interesados dentro y fuera de su comunidad. En ellas, predomina el interés por la comunidad sobre el personal, por lo que resulta elemental transmitir sus conocimientos a todos. Saben que sus enseñanzas no solo benefician a sus aprendices, sino a las familias de éstos. Como maestras, les llena de satisfacción y orgullo compararse con ingenieros que desconocen la mejor forma de enseñar a otros productores.

Mujer que participa dentro de organizaciones

Una mujer yachachiq forma parte de organizaciones donde aprende e implementa diferentes tecnologías agropecuarias, como Sierra Productiva u organizaciones de criadores de cuyes. Además, dentro de estas organizaciones, pueden ocupar puestos de liderazgo y ser capacitadas en temas como la buena alimentación o la violencia familiar. Estos espacios ofrecen oportunidades para alzar la voz en relación a temas que afectan la participación de las mujeres dentro de la comunidad.